Al menos ocho comunas, desde la región de O’Higgins, Ñuble, La Araucanía hasta Los Lagos se mantienen bajo alerta roja por la gravedad de los siniestros, con más de 170 incendios activos. En Quillón, un foco ha consumido al menos 2.100 hectáreas y en total se registran más de 30.000 hectáreas quemadas.
Ciertamente nos enfrentamos a un aumento evidente de las temperaturas por el calentamiento global, pero existe un hecho que nos hace pensar a todos en la intencionalidad de estos siniestros: plantaciones agrícolas, urbanización y proliferación inmobiliaria, plantaciones forestales, caminos, líneas de transmisión, emergen con velocidad tras su ocurrencia.
A lo largo de la historia, los incendios han sido utilizados como medio para generar expansión en los territorios y generar nuevas industrias, lo que ha develado una serie de problemáticas, afectando a territorios, ecosistemas y comunidades.
En Chile los incendios en general no son naturales, el 99,7% de los focos tienen un origen antrópico, ya sea por causas intencionales o accidentales (Conaf, 2009), y su propagación dependerá de múltiples condiciones, tales como las territoriales, ambientales, orográficas, climáticas y características de la habitabilidad.
¿Cuáles son los impactos negativos de los incendios?
Los incendios forestales generan consecuencias devastadoras, como la desaparición de hábitat, la muerte de animales nativos y de ganado por asfixia y quemaduras, cambios en el ciclo hidrológico, degradación de los suelos y un aumento en la contaminación atmosférica, que por la velocidad de los vientos, se propaga a gran velocidad por distintas regiones, incluso cruzando fronteras.
El bosque nativo es uno de los grandes perjudicados. De acuerdo con los mismos datos de la Corporación Nacional Forestal, CONAF, de un total nacional de 211.320 incendios ocurridos entre 1984 y 2020, con un total de 2.629.745 hectáreas de vegetación afectada, el 69% corresponde a vegetación natural y el 31% corresponde a plantaciones forestales.
¿Cuáles son las principales causas de los incendios forestales?
Existen diversas causas que pueden provocar incendios forestales de manera antrópica, es decir, provocados por el ser humano.
La primera de ellas y no menos importante, corresponde al descuido, desinformación e irresponsabilidad con la que actúan los visitantes y turistas: dejan colillas de cigarros, basura y hacen fogatas en sitios no permitidos, ya sean Parques Nacionales, Reservas Nacionales o cualquier área natural protegida por el Estado que se visite. El problema de esto, es que los mismos guardaparques contratados por Conaf, parecieran no entregar información al respecto y no tuvieran un rol dedicado a la promoción de conciencia en el visitante sobre la importancia de los cuidados que se requieren al permanecer en estos entornos, lo que impide que la educación ambiental se lleve a cabo en terreno de forma real. Un caso emblemático y dramático fue el ocurrido hace 10 años, donde 17 mil hectáreas fueron quemadas por un incendio forestal provocado por el descuido de un turista al optar por quemar su papel higiénico en el Parque Nacional Torres del Paine, la octava maravilla del mundo.
Otras causas que se asocian a factores que promueven el desarrollo de incendios forestales se relacionan directamente con intervenciones económicas del territorio y los ecosistemas. Una de ellas tiene que ver con la tala y quema de pastizales que es utilizado para la expansión y despeje de pastos para alimentación de ganado. Debido a la acción conjunta de los vientos y altas temperaturas, estas intervenciones se salen de control extendiéndose por el territorio. En la misma línea de cómo los incendios forestales son propiciados de la mano de las personas, y referente a lo que estamos dando énfasis en esta nota, corresponde a los incendios provocados en sectores no regulados, es decir, fuera de los límites urbanos o en zonas entre límites urbano-rural o límites urbano-forestal. Estos incendios, en particular, dejan en evidencia el uso del fuego como un elemento de expansión inmobiliaria, a causa de una falta de normativa y fiscalización, que dejan expuestos no solo a comunidades, si no que también, a ecosistemas y biodiversidad a un peligro cada vez mayor.
¿Qué dice la legislación respecto a este tema?
Parte importante del problema radica en la Ley de Recuperación de Bosque Nativo y Fomento Forestal (Ley 20.283), que habla de proteger, recuperar y mejorar los bosques nativos, pero no se pronuncia ante la potencial amenaza de los incendios en áreas no reguladas (zonas fuera de límites urbanos o entre límites urbano-rural, urbano-forestal). Además, los Planes de Manejo de Bosque Nativo de la Conaf, que de forma poco transparente, entrega al Ministerio de Agricultura la facultad de cortar los árboles muertos o dañados por incendios, llamado Corta de Recuperación (1).
Esto es grave por diversas razones. Por una parte, la evidencia científica ha demostrado que los árboles muertos o dañados por los incendios favorecen la regeneración natural del bosque y la protección de los suelos. Pero fuera de la academia, quedan resquicios, para que estas áreas siniestradas que fueron alguna vez bosque nativo queden a disposición de un manejo irregular de los suelos afectados con fines económicos de intereses privados, sin el objetivo final de proveer una restauración ecológica ni social a estas zonas.
Por todo lo anterior, es fundamental que la legislación actúe y se pronuncie sobre estas problemáticas. Al respecto, en el año 2020 y 2021, a raíz de distintas iniciativas, fue presentado un proyecto de modificación a la Ley 20.283 sobre Recuperación del Bosque Nativo y Forestal. Dentro de las propuestas se encuentran: proteger los bosques y suelos siniestrados por incendios forestales, donde el Estado debe proporcionar la prevención, detección y extinción de los mismos, velando por la seguridad de la población y el resguardo de los ecosistemas naturales. Finalmente y, de vital importancia, se proponen la prohibición del cambio de uso de suelo, la prohibición del otorgamiento de permisos de construcción (inmobiliarios, urbanísticos, etc.) y se exige la recuperación de la biodiversidad en el área siniestrada por medio de la ejecución de acciones de conservación y restauración con especies nativas.
A partir de los antecedentes que hemos expuesto, se hace crítico y urgente una incorporación de una forma de planificación territorial sustentable en los territorios tanto ocupados por las personas como los que conforman los entornos naturales. Esto puede hacerse posible realizando cambios en las actuales Ley General de Urbanismo y Construcción (L.G.U.C.) y su Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (O.G.U.C.). A través de éstas, es posible prohibir los cambios de uso de suelo en zonas de uso vegetacional y protección, establecer áreas de riesgos y resguardar las áreas que quedan entre límites urbano-rural y urbano-forestal, impidiendo que la industria inmobiliaria se siga expandiendo sin ningún tipo de regulación ni control, amenazando los ecosistemas y comunidades asociadas.
¿Cómo podemos enfrentar esta destrucción intencionada del territorio por intereses económicos?
Finalmente, pero no menos importante, es enfatizar y relevar la importancia de la educación sobre estos temas. En Fundación Glaciares Chilenos siempre recalcamos el valor de incorporar la educación ambiental en las mallas curriculares obligatorias, programas de concientización y sensibilización para la prevención de los incendios forestales y cuidado de los ecosistemas, las cuales deberían realizarse con atención y desde edades tempranas. Incorporar a las comunidades en la recuperación sustentable de las áreas siniestradas no sólo contribuye a este propósito, sino que también, empodera a la ciudadanía en el cuidado de sus territorios y los hace parte de ellos activamente.
Este es un tema muy delicado y complejo, que conlleva también muchas aristas, pero es urgente que se reconozcan los verdaderos culpables y los reales intereses detrás de estos desastres ecológicos que vivimos cada año. Como Fundación Glaciares Chilenos exigimos que la normativa reconozca al Bosque Nativo como ecosistemas territoriales que no deben ser intervenidos por privados o para fines económicos (por ejemplo, con edificaciones o complejos urbanos cuando aún se puede restaurar el suelo), que los suelos siniestrados deben ser restaurados y que la mayor institución a cargo de velar por su protección, Conaf, se haga responsable y deje de privilegiar intereses privados en desmedro de los ecosistemas.
El nuevo gobierno de Gabriel Boric y la Convención Constitucional de Chile deben prestar atención a esta problemática que aqueja históricamente a nuestro país y que no solo afecta al bosque nativo, si no que también a las comunidades y los ecosistemas de nuestro territorio.
(1) Corta de Recuperación: Corta de árboles muertos o dañados por incendios forestales que se encuentran en cualquier etapa de su desarrollo, a objeto de contribuir a la recuperación del bosque, Conaf, 2020.
https://concursolbn.conaf.cl/ayuda/2020/Tabla_de_valores_2020.pdf
(2) Video: Región de La Araucanía, Chile. Datos obtenidos por Copernicus Sentinel data [2021]/ Sentinel Hub
Fuentes:
https://codexverde.cl/el-desamparo-del-bosque-nativo-tras-los-incendios/
https://www.conaf.cl/situacion-nacional-de-incendios-forestales/