El sábado pasado se celebró el Día Internacional de los Parques Nacionales, oportunidad que sirve para realizar un balance sobre el primer año del Parque Nacional Glaciares de Santiago. “El 16 de agosto de 2023 se creó legalmente este espacio que abarca 386 glaciares, emplazados en una superficie de 75 mil hectáreas”, detalla Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace. Dentro de lo positivo, la representante de la organización ambiental destaca que “antes de su establecimiento, la Región Metropolitana contaba con apenas dos áreas protegidas: el Parque Nacional Río Clarillo y el Monumento Natural El Morado, que en conjunto abarcan apenas el 1% de la superficie regional. Con la incorporación de este nuevo espacio, ésta se extendió hasta aproximadamente el 6% del total de la región”, explica.
Entre las ventajas de este nuevo parque están la conservación estricta, es decir, que queda prohibida la explotación de recursos naturales con fines comerciales de cualquier tipo, y favorecer oportunidades para el desarrollo de actividades de uso público, para recreación, turismo, educativas e investigación científica.
Constanza Espinosa Cancino, directora de Fundación Glaciares Chilenos, también celebra el hito, pero opina que hay mucho más por avanzar: “Las nuevas áreas protegidas se encuentran a más de 3.600 metros de altura por lo que el acceso se vuelve restrictivo para todas las personas. Por esta condición, además, queda desprotegida gran parte de la biodiversidad de la Cordillera de Los Andes, que se concentra principalmente entre los 1.500 y los 3.000 metros de altura”, cuenta. A su juicio, no se trata solo de cuidar las cumbres, “hay que considerar los ecosistemas de montaña en su totalidad”.
Hernán García, del colectivo Somos Cuencas, además, reclama que en la práctica, se trata de un parque de papel, porque “no está su reglamento, no tiene guardaparques, ni infraestructura social que facilite el acceso”. Para alcanzar el objetivo, dice, falta crear la Reserva Nacional en los valles de los ríos Olivares y Colorado, y concretar un área protegida “para que los habitantes de la capital no tengan que viajar a la Patagonia para conocer nuestra naturaleza”.
Las Amenazas de los Glaciares.
Pese al avance que se logró con la creación de este parque en Santiago, la legislación que protege los glaciares en Chile sigue siendo escasa, especialmente en un escenario crítico marcado por la crisis climática. Una investigación publicada en mayo de este año por el Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren), en colaboración con la U. Católica, de Chile y el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Escuela de Minas de Colorado (EE.UU.), que realizó mediciones en las regiones de Valparaíso y Metropolitana en los meses de verano entre los años 2000 y 2017, determinó que en la alta montaña la temperatura aumentó 0,3°C, condición que estaría acelerando su derretimiento.
“En más de 20 años se han presentado diversos proyectos de ley de protección de glaciares y ninguno de ellos ha tenido urgencia ni se ha promulgado, para darles efectiva protección”, opina Constanza Espinosa.
La minería es otro de sus problemas. El informe Glaciares de la Cordillera de Los Andes: Impactos de la industria minera, realizado por Greenpeace, agrupa varios antecedentes que dan cuenta de esta situación. Por ejemplo, que el 82% del derretimiento del glaciar Olivares Alpha se debe a la depositación de material particulado generado por este tipo de fuentes de contaminación. Para más información puedes revisar el siguiente video:
A pesar de lo alarmante de estos datos, Silvana Espinosa, vocera de Greenpeace, denuncia que esta industria se sigue ampliando en la cordillera con poco cuidado por la conservación de estos cuerpos de agua. “Un ejemplo es lo que pasó con Los Bronces Integrado, proyecto que recibió aprobación para expandirse en los Andes Central, en la comuna de Lo Barnechea, y apenas integró tres glaciares en su evaluación de impacto ambiental. La evidencia científica, en cambio, demuestra que las obras y estructuras de su construcción podrían impactar al menos a 11 glaciares y glaciaretes de forma directa”, asegura.
Como consta en su proceso de evaluación, Los Bronces Integrado midió sus impactos en los glaciares Infiernillo, Observatorio y Alta Sur. A juicio de Greenpeace, por su ubicación, también se debió ingresar a los glaciares Olivares Alfa, Olivares Beta, Olivares Gama, Paloma Norte, Paloma Este A, Paloma Este B, Paloma Oeste y Glaciar del Rincón. “Por su cercanía geográfica con el proyecto, quedaron susceptibles a la pérdida de hielo y nieve por movimiento de tronaduras y ablación por contaminación del Material Particulado Sedimentable”, añade la especialista.
De este total, ocho se encuentran dentro de áreas protegidas: el Santuario de la Naturaleza Yerba Loca y el Parque Nacional Glaciares de Santiago, “pero este proyecto se sometió a evaluación antes de su declaratoria (PN), por lo que tampoco consideró nuevos criterios de conservación más estricta según la ley SBAP”, añade la especialista.
Hernán García, de Somos Cuenca, agrega que estos glaciares alimentan los caudales del Maipo, que a su vez abastecen con el 70% del suministro de agua potable a la ciudad de Santiago y a la agricultura de la cuenca del río Maipo, por lo que “su pérdida, nos afecta a todos los que vivimos en la capital”.
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